La tranquilidad del valle de Ultzama es el marco ideal para el Proyecto Caracol, una iniciativa socio-educativa en Lizaso que persigue la promoción del movimiento Slow Food.

Como indica su traducción, comida lenta, este fenómeno persigue la vuelta a la gastronomía de toda la vida, la que se prepara en casa con productos frescos y locales y se saborea sin prisas en la mesa.

Es necesario ralentizar nuestro ritmo de vida, pero también cambiar nuestros hábitos de consumo y nuestra relación con el medio ambiente, tres de los ejes de la filosofía Slow Food.

Su buena acogida entre algunos sectores de la población, que prefieren una mejora nutritiva y una mayor calidad de vida por encima de otros aspectos más materiales, está abriendo las posibilidades para la creación y la transformación de ideas y negocios en el sector agroalimentario, y qué mejor ejemplo para ello que el propio Proyecto Caracol, sede de la primera escuela mundial de esta corriente.

En febrero del 2018 se pone en marcha con la inauguración en Lizaso del edificio central de su escuela Slow Food, la primera de este tipo a nivel mundial, un hito que puede tener mucha repercusión tanto para este centro como para el valle de Ultzama.

No en vano, este movimiento nacido en 1986 en el norte de Italia, aglutina a 100.000 socios de todo el mundo, 1 000 000 Seguidores, 4930 Productos del Arca del Gusto, 2400 Comunidades del alimento, 3110 Huertos en África, 570 Baluartes y todo en 160 Países.

Sus fundadores  pretenden que tanto la escuela, el comedor como el proyecto sirvan para que los principios de Slow Food; comida buena (sabrosa), limpia (sin productos químicos) y justa (precios equitativos para los productores), se apuntalen en la sociedad navarra y su impacto en el mundo agroalimentario sea profundo.

El espacio dedicado a la cocina y la escuela Slow Food van a ser los eje del proyecto, una propuesta que alcanza los ámbitos sociales y educativos ya que está previsto que personas y sobre todo, mujeres en riesgo de exclusión participen activamente en ella. El área educativa estará respaldada además con tres escuelas-taller, forestal, hostelería y turismo.

Con respecto al curso de Bioconstrucción, el primero de este tipo en España, entró en funcionamiento en mayo 2017, y su primera tarea fue levantar el edificio principal mediante el personal docente (especialistas en bioconstrucción, venidos de todo España) y las 22 personas desempleadas que acudieron al taller a través del Servicio Navarro de Empleo y CENIFER..

 

RESPALDO INSTITUCIONAL Y EMPRESARIAL

No les faltan las ideas a Beatriz Otxotorena y Óscar Labat, una pareja residente en el mismo Lizaso que sabe muy bien qué es montar desde cero un proyecto educativo en el medio rural. Ellos dos son los responsables de la Granja Escuela y la Fundación Ultzama, dos entidades sin ánimo de lucro nacidas en 2013 para satisfacer sus inquietudes personales hacia el mundo agrícola y ganadero en el marco de la sostenibilidad.

El segundo puesto obtenido en el certamen Desafío de la Mujer Rural 2017, y el primer puesto en el año 2018, organizado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y al que concurrieron otros 182 proyectos, es un gran reconocimiento a nivel nacional y un empujón moral e institucional para la pareja y el proyecto.

 

VENTAJAS Y OPORTUNIDADES

Dicen sentirse respaldados por la Consejería de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, aunque el mayor soporte se lo da el propio movimiento Slow Food, que acaba de publicar un artículo sobre el Proyecto Caracol en el almanaque anual que reciben todos sus socios, la segunda iniciativa española en aparecer en él. Desde el cuartel general de la organización en la ciudad italiana de Bra se observa con atención los pasos de la escuela Slow Food en Ultzama, la primera y la única en todo el mundo.

La presencia de la escuela de Slow Food en Navarra puede convertirse en un gran empujón para los pequeños productores agrícolas y ganaderos, que en el contexto comercial actual se ven obligados a vender sus productos a los precios fijados por intermediarios y mayoristas, demasiado bajos según las quejas de sus representantes en el sector.

 “Para Slow Food la prioridad está en el comercio local y de cercanía, no es necesario ni tan siquiera que el producto tenga la etiqueta de ecológico”, asegura Otxotorena, que resalta las ventajas de la economía local y de un comercio sin grandes intermediarios y  sin largos trayectos de transporte, un comercio en el que, en definitiva, el consumidor tiene acceso a un producto fresco y de calidad, todo a un precio equitativo para todas las partes.

Y además, la suma de las economía locales tiene asegurado un gran impacto en la economía global. “A la macroeconomía de Navarra le irá genial si todos compramos los productos locales. La cuestión es buscar un punto de encuentro entre los consumidores y los productores locales, porque cuanto más puedan vender los productores en el ámbito local, mejor irá al productor, vendedor y comprador.

Sobre Slow Food:

 

 

Primer plano del proyecto caracol por Iñaki Urquialus

 

El mundo actual nos sobrepasa por su ritmo desenfrenado. En prácticamente todos los ámbitos de la sociedad y la vida cotidiana, se nos anima a hacer las cosas lo más rápido posible, aunque eso suponga una pérdida lógica de calidad y deleite. Precisamente, para combatir este tipo de comportamientos que acaban por rozar la obsesión por ser lo más rápido posible, surge la Slow Food. Alimentarse siguiendo la teoría Slow Food significa comer con atención, valorando en especial la calidad y, por lo tanto, teniendo en cuenta la procedencia de las materias primas, los ingredientes y el modo de cocinarlos.

La primera idea de la que más tarde nacería este movimiento surgió de Carlo Petrini en 1986, cuando se inauguró una filial de la cadena de comida rápida McDonald’s junto a la escalinata de la Plaza España, en Roma. Esto generó una protesta espontánea que hizo que un grupo de periodistas de diarios locales organizaran una manifestación a través de la organización de un banquete, en el que se pretendía protestar contra la comida rápida e industrial y exaltar el disfrute de una comida fresca, casera y tranquila. Como réplica a la creciente tendencia fast food (comida rápida), decidieron crear una asociación que promoviera el placer de comer despacio, los productos naturales, las recetas locales y el deleite en los sentidos del gusto y el olfato sin prisa ninguna.

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